Tijuana, 18 de marzo de 2017
“Ésta fue la que yo amé y busqué desde joven, procuré tomarla por esposa enamorado de su hermosura” (Sab. 8,2)
Doy gracias al Señor, pues no se ha separado de mí, desde que me llamó por mi nombre, aun cuando me hizo sentir su silencio, pero era, por un fin, para que me acercara más a Él, en su infinita sabiduría, sabe lo que cada uno de sus hijos necesita ¡Qué grande eres Señor!
Agradezco a Dios por mis padres, mi papá desde el cielo, me acompaña, y mi mamá desde su presencia orante y silenciosa, mis herman@s, que me han apoyado en este estilo de vida que he elegido; doy gracias por Nuestra Madre Fundadora María Emilia Riquelme, pues si ella no hubiera dado su Sí, antes que yo, no habría un después, por las primeras Religiosas que llegaron a México, que me cuestionaron mi vocación, y por eso hoy estoy aquí, Por aquellas que me han acompañado en mi caminar, por sus consejos, por su enseñanza, por la huella que han dejado en mí, por mis amig@s, que me han acompañado desde que opte por dejarlo todo y seguir a Cristo en su Locura de Amor, que me invita a ser parte de su proyecto de Amor, así que hay una loca más en el mundo. Gracias a todas y cada una de ellas.
Gracias le doy al Señor, por los Sacerdotes, las Hermanas Religiosas que acompañaron y celebraron conmigo esta entrega, por todas las personas que compartieron conmigo mi felicidad y han hecho posible esta hermosa celebración, gracias por su generosidad, su paciencia, su cansancio, por sus oraciones, por su entrega, por su tiempo, por su creatividad, por su talento, que han embellecido la casa de Dios, y que esto no termina aquí, con la celebración de la Profesión Perpetua, sino que la Misión continúa, el compromiso es de todos, pues todos somos, miembros del mismo Cuerpo, que es Cristo.
Agradezco al Señor, todo lo vivido, pues sin esto no hubiera madurado, no hubiera aprendido, que el seguir a Cristo es cuesta arriba. Pero aun así, tener el aliento suficiente y decirle como el salmista: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”. Y continuar diciendo, como Nuestra Madre Fundadora María Emilia Riquelme: “Él está en mí, No debo tener miedo. Jesús tiene mi corazón.” Gracias Señor por tu, Misericordia.
Carina Vargas, mss
18 de marzo de 2017