NUESTRA PRESENCIA EUCARÍSTICA
La Eucaristía es la presencia de Jesús en medio del mundo.
Se cumple su Palabra: “Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo”. Jesús resucitado es el Pan vivo que a través de su Espíritu sigue presente.
La Eucaristía es el centro de nuestra vida, presencia que nos lleva a también estar presentes a nuestro mundo desde una mirada misericordiosa y samaritana.
Desde la fundación de la Congregación, hemos sentido la llamada a permanecer en adoración junto a Jesús Sacramentado para aprender de Él, como ser discípulos y misioneros y compartir lo que recibimos de Él.
Como Cristo se da a todos en el pan, queremos ser don, entrega para que otros puedan hacer la experiencia de saberse amados, de saberse hijos.
La beata María Emilia nos decía: “Un Dios hecho alimento de su criatura, ya no cabe ni más amor, ni más humildad ”
“Dios, nuestro Señor, me dio la vocación de que vengan muchas gentes a arrodillarse a sus pies. Felicidad verdadera sólo la encontrarás a los pies de Jesús Sacramentado.”
¿Cómo hacer vida este deseo?
- Contemplando a Jesús, su sacrificio, su entrega voluntaria, sus enseñanzas: como el lavatorio de los pies, como amar y servir a nuestros hermanos.
- Participando de la Eucaristía diariamente que nos compromete a vivir en lo cotidiano, lo celebrado.
- Ampliando las dimensiones de la Eucaristía. La Eucaristía une el cielo y la tierra, abraza y penetra todo lo creado. Es también fuente de luz y motivación para nuestras preocupaciones y nos orienta a ser custodia de todo lo creado. cf. Laudato Si 236
- Adorando y sirviendo como resumen de nuestra espiritualidad.
- Pidiendo la humildad del corazón, al humilde de corazón.
Inspirados en el humilde de corazón pedimos cada día la virtud de la humildad.