María Inmaculada, mujer eucarística y misionera, es madre y guía de nuestra vida
NUESTRA PRESENCIA MARIANA
Nuestra espiritualidad mariana nace de la experiencia de María que tuvo nuestra Fundadora desde su más tierna infancia, es ella quien vive e inculca a todas este amor a la Virgen Inmaculada, la llama Madre, “Nuestro Todo después de Dios”.
María Inmaculada, mujer del hágase, del Sí incondicional a Dios, es quién nos enseña a vivir en plenitud nuestra vida y consagración. María es parte esencial del carisma, Ella es Reina y Madre de la Congregación, es la “Gran Misionera”, inspiración y cómplice del Espíritu
La Beata María Emilia se pone bajo la protección de María y la considera como la Superiora de la Congregación, ella será su vicaria. Dedica la Casa Madre a María Inmaculada y llama a la Congregación “La Pequeña Obra de María”.
“En María encontramos un modelo excelente de caridad, de perfecta unión con Cristo, de esposa amante que estrechamente unida a su Señor rinde culto al Padre”.
La Eucaristía y la Inmaculada son dos misterios que se relacionan íntimamente. Las misioneras lo llevamos fuertemente entrelazados en el corazón y queremos hacer vida las palabras de nuestra Fundadora: “Todo tu ser entero dáselo a tu Madre Inmaculada, y Ella como suyo se lo ofrecerá a Jesús”.
Amor de hijos a María. Es para nosotras camino y lugar de encuentro con Jesús Eucaristía, maestra de oración, humildad y sencillez, de entrega incondicional a todos, mujer que lleva a Jesús, atenta a las necesidades y solícita, es la gran misionera donde encontrar la mejor inspiración.
Mirándola a Ella aprendemos cada día: “Mira a la gran Misionera María Inmaculada. Ella debe ser tu modelo: amor sin límites a Jesús y pureza angélica” Beata María Emilia Riquelme.