VI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

Evangelio: Mc 1, 40-45

El evangelio nos presenta a un hombre enfermo de lepra, que pide a Jesús que le cure de su enfermedad. En este caso, el leproso, alguien que visto por la sociedad, no merece si quiera que le miren a los ojos, es capaz de acercarse a ti, sin importarle lo que los demás piensen de él, y poniéndose de rodillas te suplica: “Si quieres, puedes limpiarme ”. Esta súplica confiada, sin exigencias, me sobrecoge: “Si quieres…” E intuyo que aceptaría de igual modo, con fe profunda, si Jesús no hubiera visto oportuno sanarle. ¡Qué audacia y qué humildad!

Ante esta súplica, que el enfermo mendiga, Tú respondes con ternura a través de un gesto sencillo de compasión y palabras llenas de convencimiento: “Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio.»” Y la enfermedad desapareció al instante.

Me pongo en el lugar del enfermo, miro mi vida y con cariño me pregunto: ¿De qué estoy yo enferma? ¿Soy consciente realmente de qué quiero ser sanada? El leproso conocía muy bien su situación, incluso, sabía que sólo Jesús podía curarle. Los dos sabemos bien cuál es mi enfermedad, pero me pongo, Jesús, en tu regazo y con palabras de María Emilia, te digo de nuevo con confianza: “Jesús mío, por tu amor, por tu infinita misericordia, dame un poquito de luz, que te conozca y me conozca a mí, aunque tenga mucho que sufrir. Tú lo puedes todo, ayúdame. Haz que te ame mucho, Jesús mío, soy tuya” Con razón, quienes se reconocían enfermos, se acercaban a ti, querían ser sanados.

Para ti y para mí, hoy, dejarnos tocar por Él, puede que signifique escuchar su Palabra, recibirlo en la Eucaristía, sabernos perdonados, y puede que signifique también necesidad de creer, hambre de ser, e incluso de ternura, en definitiva, sed de Dios. Que no nos cansemos de buscarte, Señor.

El Papa Francisco comentaba estos días: «La Palabra de Dios es capaz de cambiar todo pero nosotros no siempre tenemos la valentía de creer en ella» Pidamos la luz al Espíritu Santo para poder creer en la Palabra que sana y que nos invita a tocar a tantos enfermos de nuestros días.

Davinia Martínez, mss

@Davinia_mss

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