DOMINGO DE RESURRECCIÓN

Evangelio: Juan 20, 1-9

A lo largo de esta semana… algo distinto ha invadido el ambiente… salir a la calle ha resultado en algunos lugares misión casi “imposible”… Nuestras calles y ciudades se han transformado en una marea humana que sencillamente se deja llevar allí donde va la mayoría… y cuando esto ocurre… siempre hay una causa que lo provoca…

Acabamos de celebrar nuestra Semana Grande… para todo cristiano, la Semana que da sentido a la fe que profesamos y vivimos… ¿Qué hay en la cabeza y en el corazón de la gente que espera pacientemente la salida o el paso de las imágenes que procesionan en estos días por nuestras calles? ¿qué hay en tu cabeza y qué respira tu corazón?…

Es cierto que hay imágenes que emocionan pero… ¿te emocionas de la misma manera cuando te encuentras cara a cara ante Jesús en la Custodia, en el Sagrario…? ¿se te acelera el corazón cada vez que lo recibes dentro de ti al acercarte a comulgar?…

El evangelio de hoy nos presenta tres personajes con los que fácilmente podemos identificarnos… María, Pedro y Juan…
A veces nuestra vida tiene mucho de la de María Magdalena en esta mañana de Resurrección… sólo vemos con los ojos de la carne… y con ellos percibimos el sepulcro abierto y vacío… No podemos vivir sin Jesús pero en nuestra vida aún reina la noche… la ausencia del Resucitado… ¿cuántas veces vivimos nuestra vida cristiana con tristeza? ¿cuántas veces repetimos como María… “se han llevado al Señor y no sé dónde está?
Pedro y Juan corren al sepulcro… nada de lo ocurrido en estos días ha conseguido apagar en ellos la esperanza que brota del Amor que Jesús ha dejado grabado en sus corazones… Más allá del sepulcro abierto y vacío… ellos ven los lienzos y el sudario… el corazón les habla de vida…

Y… nos dice el texto bíblico que Juan “vio y creyó” … también Pedro… No son los ojos de la carne, sino los de la fe… la certeza que invade sus corazones… lo que les hace comprender que, como tantas veces les había dicho Jesús… Él resuc10. Cristo Viveitaría…

Ya no tiene sentido quedarse a la puerta del sepulcro… ¡¡Cristo vive!! , el gozo les desborda y necesitan contárselo a los demás… Te invito a parar un momento… coloca tu mano en el corazón y cierra los ojos… respira hondo y… sencillamente… pregúntate: ¿Vives, Señor en mí?… ¿te siento vivo y resucitado en mi vida?… ¿refleja mi día a día el gozo de saber que me habitas y que tu amor me desborda?…

Hna Yolanda Delgado, mss
@Yoly_ds