XII Domingo del Tiempo Ordinario
Evangelio: Marcos 4,35-41
Hoy sigues hablando, Señor, sigues invitando a confiar y permanecer en Ti. Permanecer en todas las circunstancias, no solo en los momentos en que todo va sobre ruedas, sino cada vez que las dificultades llaman a la puerta de nuestra vida.
Permanecer junto al Señor y pedirle se quede siempre con nosotros es camino y llave para poder vivir dando testimonio de la alegría del evangelio que da sentido a nuestro diario vivir.
Me pregunto si de verdad confío en Ti en todos los momentos. Me quedo en silencio y contemplo la escena… Los discípulos llevan a Jesús a la otra orilla, dejan la multitud, y…, sorpresa: empieza la tormenta, pero Jesús se queda con ellos y calma la tempestad… ¿Y tú confías en Jesús?
Tus discípulos han experimentado el miedo, aún con Tu presencia. En un momento así tiemblan ante la dificultad, no son capaces de manifestar la confianza en Ti, Señor.
¿Cuántas veces tengo miedo ante las dificultades?
¿Te siento presente en medio de los obstáculos que se presentan en el camino de cada día?
¿Me basta Tu Amor?
¿En dónde o en quién pongo la seguridad, la confianza?
¿Me abandono con facilidad a Ti, aún en medio de las tormentas del camino, es decir, en medio de las incomprensiones, injusticias?
Decía María Emilia: “El amor de Jesús quita el miedo”
Gracias Señor por la paz que has devuelto a los corazones de aquellos hombres de mar asustados, con miedo. Y, gracias por la paz que nos dejas cuando nos confiamos y abandonamos en Tus manos.
Pidamos al Señor, hoy, “No nos dejes, Señor”. Y, seguro que con Él pasaremos todas las dificultades y podremos pasar a la otra orilla. Tengamos presente en medio de nuestra vida a María, Madre y compañera de camino, ella tampoco nos dejará solos a sus hijos.
Contigo, Señor, es posible salir de nosotros mismos e ir al otro lado del lago, a la otra orilla de nuestras vidas, encontrarte y dejarnos encontrar por Ti cada día.
Isabel María Venade, mss
@IsabelMariamss