Después de 50 años de profesión religiosa en la Congregación de Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada siento dentro de mí una gran deuda de acción de gracias al señor por haberse fijado en mí, pobre pecadora, para ser misionera.

Poco a poco, día a día, en mis relaciones personales con el Señor en la Eucaristía, en los Sacramentos, en la oración y adoración al Santísimo y en el encuentro constante con las personas, voy entendiendo lo que significa “vivir eucarísticamente” en mi situación concreta.

Veo que el Señor me pide olvidarme de mí misma, fijarme más en las necesidades de los demás, dar mi tiempo y persona, muy especialmente en los que están sufriendo, escuchar sin prisas, mirando a los rostros tantas veces rotos por el dolor, como Cristo lo hacía, en los niños, jóvenes y mayores. Si Jesús se me da totalmente en el banquete del Pan eucarístico, me pide a mí seguir su ejemplo “Como Yo os he amado” y el listón está alto, pero “unida a Jesús y a María” como nos dice nuestra querida Fundadora Mª Emilia Riquelme y Zayas, puedo vencer mi egoísmo y entregarme en cada momento para colaborar en la salvación de todos mis hermanos y hermanas del mundo.

Cuando me detengo a meditar el espíritu que debe mover a todas las misioneras en mi Congregación: “dulzura y caridad, inmolación voluntaria y alegre por la gloria de Dios y el bien de los prójimos”, me examino y soy consciente de que necesito y debo cultivar más y más ese matiz de la “dulzura y caridad” comenzando desde mi comunidad de religiosas y siguiendo por todos los que me encuentro cada día, sedientos de atención y escucha, de bondad, comprensión y verdadero amor.

Quiero decir con todo mi ser que soy muy feliz siguiendo esta vocación y llamada que Dios me hizo desde joven a esta Congregación misionera y mil vidas que tuviera serían cortas para consagrarme al Señor y al servicio de los todos los hermanos. Por eso, quiero aprovechar al máximo la vida que me regala el Señor para servirle.

Y a ti, desde este escrito, quiero decirte que si hoy te llama Jesús no dudes en seguirle y decirle que sí como los apóstoles. En verdad serás feliz y dichoso en tu corazón para siempre, aunque tengas que caminar en este mundo contra corriente.

Y no olvides: ¡CRISTO HOY CUENTA CONTIGO!

Mª Lourdes Garbizu Insausti, mss

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