“No me elegisteis vosotros a mí; sino que yo os elegí a vosotros;
y os he puesto para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca”
(Jn 15,16)
Hola a todos! Soy Mapi, Misionera del Santísimo Sacramento y María Inmaculada, y os escribo desde Manila, donde vivo hace tres años. El pasado 7 de julio recibimos una visita muy especial y significativa para nosotras. Tres jóvenes universitarias con el deseo de dar lo mejor de sí mismas, y Sor Camino, una Hermana Hospitalaria con un gran celo misionero. Estas jóvenes son: Mirian, Beatriz y Leyre, ¡alumnas del Colegio Santísimo Sacramento de Pamplona!
¡Profes! Cuando tengáis aquellos días en que os preguntéis, ¿Valdrá la pena lo que estoy haciendo? ¿Se estarán quedando con algo? ¿Servirá de algo mi trabajo, mis horas de desvelo? ¡¡¡Atentos!!! ¡AQUÍ TENÉIS LA RESPUESTA! ¡AQUÍ TENÉIS LOS FRUTOS! Mirian, Beatriz y Leyre, son la prueba de que el Señor siempre hace fructificar nuestro trabajo, lo veamos o no. Si estas tres chicas no hubiesen recibido lo que recibieron, probablemente no se hubiera despertado en ellas el deseo de ayudar a otros. Así que, queridos profes, no olvidéis nunca que sois el mejor instrumento de Dios para llegar a todos esos niños y jóvenes que pasan por vuestras aulas.
Continúo……..Esa mañana, llegaron a casa sobre las 12:00, hora de comer en Filipinas. Como nos imaginábamos que echarían un poquito de menos la comida española……..les teníamos preparadas una crema de calabacín y ¡dos deliciosas tortillas de patata! Fue genial ver sus caras, y cómo saboreaban cada minuto. Esto, así a primera vista, os puede parecer algo superficial, pero…… creedme que en ciertos momentos los detalles más insignificantes cuentan, y mucho. Todo se vive como un regalo, todo se vive como nuevo.
Durante la comida compartimos muchas cosas, recordamos viejos tiempos, incluso bendijimos la mesa con el canto del “cole”: “Por este pan, por este don,…….” Lo recordáis, ¿no? Fueron momentos bonitos y llenos de sentido. Tuvimos una larga sobremesa, llena de anécdotas, inquietudes, deseos, etc. Y, una vez más, se confirmó que ¡el tiempo vuela! Nos parecía ayer cuando estábamos juntas en el cole, cuando compartíamos en el grupo MEL, y tantas experiencias vividas, con los profes, con las religiosas, con los amigos.
Después de comer, dimos una vuelta por Intramuros, la parte histórica de Manila, y luego llegó el momento de visitar la Misión, Baseco. Fue una experiencia preciosa. Los días anteriores había llovido mucho, así que, además de ser un lugar impactante de por sí, en esas condiciones impresionaba más, sobre todo si es la primera vez que se va. Al principio, las chicas no pronunciaban palabra, solo observaban. Recordé la primera vez que fui a Baseco, pues viví lo mismo, es tan “fuerte” lo que sientes dentro, que te quedas…..sin saber, sin entender, sin creer lo que ves, pero poco a poco el Señor te hace vivir un profundo sentido de pertenencia, con sus preferidos, los más pobres, y cuando te quieres dar cuenta ya son parte de tu familia.
En este sentido, doy gracias a Dios por los frutos que ya nos ha regalado en esta difícil pero hermosa misión. A veces los misioneros nos marcamos metas tan altas y tan perfectas, que no nos damos cuenta de lo que ya está aquí. Muchas veces te pierdes en lo que quieres o sueñas hacer en la Misión, y en realidad, cada día, cada minuto, cada segundo que vivimos entre los más pobres, es ya un sueño cumplido, pues eso es a lo que vinimos, a vivir con ellos, a gastar nuestro tiempo con ellos, lo demás…….sin duda, el Señor nos lo dará por añadidura.
Después de un ratito, cuando los niños se sintieron en confianza, empezaron a acercarse. Nos sacamos fotos, reímos, hablamos “en lenguas”, Je je je je, (Tagalo, español, inglés, de todo un poco) y creo que todas, esa tarde, nos llevamos en el corazón una bella experiencia del Amor de Dios.
Por nuestra parte, las hermanas Nirma y Mapi, quedamos profundamente agradecidas por la visita, por el compartir……
Estas jóvenes forman parte del Voluntariado Internacional, y en esta ocasión habían venido de misión a la Isla de Cebú, con las Hermanas Hospitalarias. Damos gracias a Dios por la generosidad de Mirian, Beatriz y Leyre, que han decidido poner sus dones al servicio de los más necesitados. Que el Señor siga poniendo en su corazón esos deseos de vivir haciendo el bien, allí donde estén. Gracias a sus familias, que sin duda han tenido que ver en “esto”, gracias a los profesores, a nuestras hermanas, Las Misioneras del Santísimo Sacramento María Inmaculada, a toda la Familia MISSAMI, que con cariño, dedicación y esfuerzo, transmiten día a día los valores cristianos para vivir al estilo de Jesús.
Me despido con este pequeño fragmento de la poesía de nuestra querida hermana Inmaculada Aizcorbe, que sin duda nos tocará hacer vida una y otra vez en cada una de nuestras misiones.
“Sembrar y sembrar, y en cada semilla
sepultar un pedazo de alma.
Sembrar y sembrar, sembrar con afán,
y luego, con calma, ¡saber esperar!»
Sembrar……poner lo mejor de nosotros mismos, y después, ESPERAR y CONFIAR en el que todo lo puede: JESÚS. Él siempre va delante……
¡Un abrazo misionero desde Manila!
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