IV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Evangelio: Lucas 4, 21-30
El asombro de los asistentes a la sinagoga está vigente, Jesús enseña con autoridad, afirma rotundamente que esa palabra que acaban de oír se cumple precisamente hoy, Jesús convence, atrae; pero en cuanto descubren que es el hijo de José, el carpintero, que es de su pueblo lo cuestionan y lo ponen a prueba. Jesús con sencillez y humildad hace referencia a dos personajes del Antiguo Testamento, a la viuda de Sarepta, y al Sirio Naamán, para decirnos que no todos creemos con todo el corazón en su palabras, aunque muchos quisieran hacerlo y esperan en sus milagros, no todos tienen la esperanza en un Dios sencillo, cercano, que se manifiesta a través de lo cotidiano como el pan en la viuda de Sarepta o el agua del río en Naamán, elementos sencillos que hacen que Dios obre en sus vidas.
Sólo la certeza de esa fe en el corazón con limpieza y disponibilidad permiten que Dios obre lo necesario en cada uno de nosotros.
La astucia de Jesús para escapar frente a quienes no entienden de la importancia de la sencillez, nos demarca el camino por donde se debe transitar si queremos ser sus discípulos y no pretender grandezas.
Que este hijo de José el carpintero, JESÚS nos enseñe la importancia de vivir con un corazón abierto y disponible, encontrándole en las manifestaciones más pequeñas de la vida.
Liliam Taborda
@lianmartv