DOMINGO DE PASCUA
Evangelio Juan 20, 1-9
“María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro”. La Resurrección ha pasado “de noche”. Dios siempre trabaja desde la oscuridad hacia la luz. Realmente, si nos damos cuenta, la noche siempre es más oscura cuando está a punto de amanecer. Esto es lo que experimentó María Magdalena, y lo que experimentaron también los discípulos; en medio de la tristeza de haber perdido al Maestro, cuando la oscuridad abrumaba sus vidas y nada parecía tener sentido, es cuando descubren que Jesús ha resucitado, y que vive en medio de ellos. Es la experiencia del Misterio Pascual: “morir con Jesús para resucitar con Jesús”; no quedarse en la cruz, sino ser capaces de mirar más allá.
¿Quién habrá retirado la piedra del sepulcro? Es una de las preguntas que podríamos hacernos ante el acontecimiento de la Resurrección. Es difícil contestar si miramos el hecho humanamente, pero si lo miramos a la luz de Dios, vemos que solo Jesús mismo puede hacerlo, solo Él mueve la piedra desde dentro. Solo Él puede ayudarnos a superar nuestras “muertes” para vivir con Él.
Los grandes obstáculos los superamos cuando confiamos en la fuerza del Señor que viene desde dentro, una fuerza invisible pero poderosa.
CUANDO DIOS TRABAJA DESDE DENTRO, ESTO PRODUCE RESURRECCIÓN Y VIDA.
“Vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que Él había de resucitar de entre los muertos”. Todos tenemos un momento en la vida en el que experimentamos a Jesús vivo dentro de nosotros y entonces empezamos a entender Las Escrituras. Ese momento en que te sentiste salvada por Él, ese momento en que te rescató de la oscuridad, viste, y creíste. Desde entonces nadie te puede quitar la certeza de que Jesús está vivo y camina con nosotros. Pero esta experiencia no puede quedarse sin contar. Jesús nos invita, nos urge a contar a todos “LO QUE HEMOS VISTO Y OIDO”, para que muchos más se encuentren con ÉL.
María Magdalena, Pedro, Juan, tú y yo, todos estamos llamados contagiar la alegría de la Resurrección. Que Jesús nos mantenga siempre en esa dinámica de comunicar, de compartir, de contar…todo lo que Él mismo nos ha enseñado. Que la Eucaristía de cada día sea nuestro alimento y nuestra fuerza, para gritar a todos que ¡CRISTO VIVE! Demos gratis lo que gratis hemos recibido.
Mapi Rodríguez de Rivera y Olives, mss
@mapimisami