Domingo XVII del Tiempo Ordinario – Ciclo C
Evangelio Lc 11,1-13
JESÚS, ¡Qué catequesis tan buena sobre la oración! Me encanta comprobar cómo surgió en tus discípulos la necesidad de orar a partir de ver como rezabas Tú. Esto me anima a dar mucha importancia al testimonio.
No nos enseñas a orar desde la teoría, sino que eras un asiduo de la oración, vivías en referencia a Dios y haciendo constantemente su voluntad.
Qué bonita tu fórmula de oración : te diriges primero a tu Padre, alabándole; pidiéndole que venga a nosotros su reino de paz , de amor, de justicia ; le pides que nos alimente y hablas de un pan del mañana ;aquí veo la Eucaristía el pan del alma para la Vida Eterna.
Luego nos dices que imploremos el perdón, pues todos pecamos; pero este perdón implica que nosotros perdonemos antes a los demás.
Y nos enseñas a rogar a Dios para que no sucumbamos ante la tentación, que no nos pueda nunca, que nada nos aleje de Ti.
Gracias Jesús por ser nuestro Maestro de Oración.
Ayúdanos a rezar bien, que nuestra oración, siempre brote del corazón.
Gracias por tantas personas orantes que pones ante nuestros ojos.
Perdónanos cuando dejamos de hablar contigo por algo «urgente».
Que nunca deje de contemplarte y decirte: «Señor, enséñanos a orar».
Y como respuesta, me gustaría aprender a vivir desde lo rezado, para que mi oración siempre revierta en beneficio de los hermanos.
Y todo esto, como decía María Emilia Riquelme: SIEMPRE A LOS PIES DE JESÚS.
ENCARNITA ANDRÉS. MEL Madrid