XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio: Lc 16, 19-31 – 26

El Evangelio de este domingo nos sitúa en la importancia que tiene el reconocimiento de los demás en nuestra vida.

No es pobre quien está debajo de la mesa comiendo las migajas, sino quien no tiene una mirada compasiva y misericordiosa con aquél que está solo y enfermo a su lado, Jesús no nos invita a temer a la justicia de Dios después de la muerte, donde dará a cada uno el premio o el castigo, por lo que haya hecho en esta vida, sino a vivir de acuerdo a su Evangelio siendo consecuentes con nuestros actos, siendo solidarios con todos y cada uno de sus hijos; no quiere que epulonnadie pase necesidad y que haya bienes suficientes para todos por igual.

Nuestro Dios sufre con el que sufre y desde luego, no está a favor ni defiende al rico, que despilfarra sus bienes ni al poderoso que oprime injustamente. Se nos ha manifestado como el Dios solidario con los pobres y necesitados, ya en esta vida, sin esperar a después de la muerte. El Dios interesado y empeñado en nuestra felicidad aquí, en la tierra.

El Dios que se siente feliz y dichoso, cuando ve a todos sus hijos satisfechos y disfrutando de paz y solidaridad. El diálogo entre el rico y Abraham debe hacernos pensar: No esperemos que sea Dios en persona el que se nos aparezca y nos hable; ni esperemos algún milagro ni cosa extraordinaria en nuestra vida. Dios nos está hablando e invitando continuamente a ser solidarios, a ayudar a los pobres y necesitados, a no despilfarrar nuestros bienes. Y lo hace precisamente a través de esos mismos pobres y necesitados que conocemos y con los que nos tropezamos en cualquier momento. Son el rostro de Jesús que se nos aparece y nos pide ayuda y solidaridad. Ellos son el Cristo sufriente de la Pasión, que arrastra la cruz, como lo hizo camino del Calvario. No esperemos milagros. El milagro de la solidaridad tenemos que hacerlo nosotros. Tenemos más de lo que necesitamos para vivir.

En el mundo hay alimento suficiente para todos. Dios ya ha hecho el milagro de la naturaleza. Nos falta a nosotros hacer el milagro del reparto fraterno y solidario.

Que desde nuestro carisma podamos vivir la alegría de la entrega y donación.

Liliam Taborda, mss

@lianmartv