XXIX TIEMPO ORDINARIO

Evangelio: Lc 18,1-8

Me gusta mucho cómo Jesús utiliza un lenguaje sencillo desde las narraciones para tocar el corazón de la gente desde la Verdad. Jesús utiliza las parábolas para transmitir las grandes verdades de nuestra fe…

Y hoy especialmente nos regala una que tiene mucha profundidad. En las últimas semanas hemos ido profundizando en lo que la fe en Dios puede alcanzar y con la parábola de hoy nos viene a dar otra pista sobre el mismo tema: “Jesús les contó una parábola para enseñarles que debían orar siempre y no desanimarse”. Me llama mucho la atención que de muchas maneras toque el mismo tema… y parece su gran anhelo enseñarnos a orar sin desfallecer, sin desanimarnos.

conectateLa viuda, víctima de una injusticia grave, se distingue por su constancia incansable a despecho de la indiferencia del juez.

Yo hoy me pregunto… ¿qué pido yo en la oración? ¿de qué manera? ¿con profunda convicción de lo que le digo y espero? ¿Oro solo para pedir? ¿es mi oración sólo de petición? ¿lo hago con fe y esperanza?

Creo que Jesús quiere que pidamos con mucha fe, con mucho amor, con mucha paciencia, que amemos a nuestro mundo, a nuestra realidad con su gente, y que una muestra de ese amor sea presentándolo en la oración, con confianza, viendo las necesidades, haciendo mío el dolor, las penas, los anhelos y deseos de cada persona… Ahí me siento también invitada a ser misionera, misionera desde mi oración, sencilla, pero confiada en que así puedo amar nuestro mundo.

Termina el evangelio diciendo “Pero cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará todavía fe en la tierra”… ahí está… oración constante… sencilla… con mucha fe…como lluvia que empapa la tierra para hacer fecundar las semillas… orando y buscando cuál es su voluntad.

Jesús… no te canses tú tampoco de enseñarnos a orar, a amar, a confiar, a esperar.

¡Aumenta mi fe! ¡Aumenta la fe de todos mis hermanos!

Davinia Martínez Sempere, mss
@Davinia_mss