XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio: Lc 18, 9-14

LA ACTITUD PROFUNDA DEL MISIONERO: LA HUMILDAD

“Porque el que a sí mismo se engrandece será humillado, y el que se humilla será engrandecido”

La Palabra de Dios que se nos regala en este domingo nos pone en vanguardia de cómo nos situamos ante Dios, cómo nos relacionamos con Él, y lo hace desde la historia del fariseo y el publicano.

Un fariseo muy seguro en su modo externo de practicar la fe y autosuficiente en su actitud interior que, en realidad, ora para sí mismo; y un publicano que se muestra arrepentido de su conducta hacia los demás pues es recaudador de dinero y se quedaba con algo más de lo establecido.el-publicano-y-el-fariseo

Y es el ejemplo de estos dos personajes que me hace situarme en cómo me relaciono yo con Dios, si como el fariseo o como el publicano. Creo que esta pregunta es muy importante pues de ahí nacerá mi relación hacia los demás, de cómo me acerco a cada uno, los de cerca y los de más lejos.

Hazte la pregunta, sin miedo: ¿Cómo te relacionas con Dios?

Hoy, además, celebramos el DOMUND y oramos por tantos misioneros que siguiéndote a Ti, están esparcidos por todo el mundo, entregados por la causa de los más pobres… tus preferidos, Señor. Y en este momento, Jesús, yo me siento invitada a escuchar, acoger en silencio, pasar por el corazón, mirar mi realidad… y algo que me cuestiona personalmente desde hace algún tiempo y que de nuevo desde tu Palabra me interpela, es cómo te relacionas tú con los pobres.

Con la mano en el corazón me sitúo en este momento como el publicano, arrepentido, buscando un acercamiento mayor… Y es que, últimamente, cuando me cruzo con un vagabundo cuando camino por la calle, me paro y trato de iniciar un pequeño diálogo con él. En mi interior surge la inquietud de querer expresarle de forma sencilla que me importa su vida, que es alguien para mí y que es digno de ser mirado y querido. Busco su mirada, me acerco y le pregunto cuál es su nombre, de dónde viene, cómo está… y le ofrezco mi oración sencilla. A veces me siento yo más pobre en esa situación y pasa por mi corazón aquella experiencia de Pedro, también sin nada material que ofrecer a aquel mendigo a la puerta del templo, pero que con fuerza le dice: “No tengo plata ni oro; mas lo que tengo te doy: En el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.” (Hch 6,3)

Ese es también mi tesoro… confío y es lo que quiero dar, desde mi fragilidad… darte a Ti, Señor.

De ahí la importancia de sabernos discípulos y misioneros… ¿qué voy a ofrecer si no es a Ti, que eres el Amor? ¿y cómo te voy a dar si no te tengo, si no te busco?

Qué belleza y qué providencia ver cómo la Palabra, en este día del DOMUND, nos recuerda la primera actitud del misionero que no debe ser otra que la humildad, la de ponerse así en manos de Dios, con lo que somos, desde nuestra fragilidad y de rodillas, dejarnos amar por Dios para poder amar a cada persona.

Oigo tu voz, Señor, en sus ojos…

Ayúdanos a darte a Ti, enséñanos a ser discípulos y misioneros desde la humildad

Davinia Martínez Sempere, mss
@Davinia_mss