XXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Evangelio: Lc 20, 27-38
“Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será mujer?”… Señor, pretender que la Tierra esté en el Cielo…, qué Cielo tan pobre sería. Ayúdame a no apegarme a nada ni a nadie mientras viva aquí, Tú sólo bastas, todo por Ti, todo para Ti, todo contigo… sólo así se puede acercar la Tierra y el Cielo.
Con la fuerza de la fe, como si de una cuerda que nos une se tratara, puedo si acaso conseguir que un poco de Cielo esté en la Tierra, esto sería mejor. Si Tú quieres puedes ayudarme a verte en toda la creación, ayúdame a descubrir que todo vive por Ti, Tú eres Dios de vivos, de cada uno de los que viven aquí, de los que han vivido y de los que vivirán; Tú vives en cada persona, somos “sagrarios” vivientes, indignos… pero “sagrarios” de barro que Te guardan como el mejor de los tesoros.
Tú eres Dios de vivos… yo sólo estoy viva si Tú vives en mí, si soy consciente que llamas a la puerta de mi corazón para quedarte conmigo, para habitarme y darme la Vida que necesito para gastarla en los demás. Ayúdame a ver este trocito de Cielo en el corazón de cada persona, pues no importará mucho el camino que Tú me pidas, sino mi disposición para descubrirte en esa vocación concreta, viviendo en cada momento lo que Tú dispongas (desde el primer marido hasta el séptimo)… y así saborear el Cielo desde ahora.
¿Y cómo puedo estar “viva”?… Deseo estar viva cuando te adoro y tus ojos y los míos se cruzan ante tu Santísimo Cuerpo expuesto. Estoy viva cuando tras comulgar Tú vives en mí, cuando soy consciente que Tú, mi Dios, te has dejado comer, te has fundido con todo mi ser… Jesús, transfórmame para que siempre te alabe, para que Tú y yo seamos uno… Eso es el Cielo: que todos seamos uno contigo.
“Tu corazón sólo en Dios; mira con despego todo lo que acaba; pero sirve a Dios con corazón ancho y tranquilo” (M.E.R)
Nuria Molinero Rosale, mel Granada