V DOMINGO DE PASCUA

Evangelio: Jn 4, 1-12

Muchas veces, Señor, aún estando a tus pies, adorando tu presencia en la Eucaristía, me siento perdido, y te pido que te hagas presente en mi vida, que te hagas cercano, que me enseñes qué hacer, cómo hacer,…

Leyendo el Evangelio de este V Domingo de Pascua me resuena la respuesta que diste a Felipe, “Hace tanto que estoy con vosotros ¿y no me conoces […]?” Y como a Tomás me dices: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí”.

Jesús, ayúdame, ayúdanos, a encontrarte, a dejarnos hacer, a celebrar Tu presencia entre nosotros,… “Al pie del sagrario es donde se amasan las grandes batallas del amor de Dios”. Ahí, cerca de Ti, recibimos la Gracia, la fuerza de tu Amor al mundo y a cada uno de nosotros. Sin embargo, a veces, como a quienes compartieron contigo entonces, se nos embotan los sentidos, se nos cierra el entendimiento y, sobre todo, no abrimos el corazón para recibirte, para dejarnos hacer por Ti, para dejar que seas Tú quien haga en nosotros.

Permíteme, Señor, pedirte que sigas llamándonos, que sigas congregándonos en torno a tu presencia en la Eucaristía y que aumentes nuestra fe en Ti, nuestro camino, verdad y vida.

Pidamos también, en este fin de semana en que celebramos de modo especial el centenario de la apariciones del Fátima, que la Virgen nos ayude en esta tarea. ¿Qué mejor guía para el camino? Como nos recuerda María Emilia:

«Dios es el único objetivo de nuestras vidas en un todo, pero se necesita un cochecito para ir a Él; y éste es María. El niño sin su madre no vive bien; a veces el camino es largo, el calor asfixia, muchos peligros nos acechan. Es bondad de Dios darnos un cochecito para salvar tantas dificultades»

David Ortiz Rodríguez, MEL