XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio: Mt 13, 24-43

Señor, todos, al ser hijos tuyos, somos creados como buena semilla, somos puestos en la tierra con todos los cuidados de tan buen Sembrador, nos vas dando lo necesario para crecer, nos vas nutriendo, haciendo que maduremos… Mas siempre está el peligro de dejarnos invadir por el mal, dejando perder todo lo bueno que Tú has puesto en nosotros.

No permitas que me aparte de la tierra que me nutre, del agua que calma la sed, de la luz que me guía…que me alimente con tu Palabra, con la Eucaristía, con la oración…que pueda estar muchas veces expuesta a tus rayos de Amor, para que mi ser, mi espiga vaya madurando y dando fruto, un fruto grato a Ti, capaz de morir a mí misma para dar granos, para poderte ofrecer en mis obras actos de amor que reflejen tu Amor.

Ayúdame a estar atenta a la llegada del maligno, para que no me deje cambiar en cizaña, para que él no se meta en mi interior apartándome de Ti, que bien sé que esto sólo me traerá mal, tristeza, angustia… Que no me deje contagiar por la cizaña que hay a mi alrededor… y que yo nunca sea cizaña para los demás, que no sea motivo de escándalo, de mal ejemplo.

Yo sé que sola no puedo, que mi pequeñez no llega a nada, pero Tú lo puedes todo, si quieres puedes hacer el milagro de no perderme en el trascurso de la vida… yo quisiera que me llevaras de la mano, que me hicieras crecer, pues como decía Mª Emilia “Tú eres mi fuerza y mi sostén”, así seguro que no me pierdo… si yo lo olvido, Tú sigue haciéndome crecer en entrega por amor a Ti.

Nuria Molinero, MEL (Granada)