XVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio: Mt 13, 44-52

Con las parábolas del tesoro escondido y de la perla (vv. 44-46) Jesús presenta el valor supremo del Reino de los Cielos y la actitud del hombre para alcanzarlo. Hay ligeras diferencias en la enseñanza de ambas: el tesoro significa la abundancia de dones; la perla, la belleza del Reino. El tesoro se presenta de improviso, la perla supone búsqueda. En todo caso, siempre se exige generosidad por parte del hombre porque Dios «nunca falta de ayudar a quien por Él se determina a dejarlo todo» (Sta. Teresa de Jesús, Camino de perfección 1, 2).

También nos enseña que no se trata solamente de ser seguidores. Se trata ante todo de ser descubridores. El creyente es el hombre del descubrimiento gozoso del tesoro único que es cristo y su Reino. No es alguien que perdió algo, sino que encontró a Alguien. Es necesario decisión y riesgo. Decidirme por aquel que no quita nada y lo da todo.

Reconocer que este descubrimiento siempre es un don de Dios, que normalmente siempre se consigue con la oración humilde y confiada, y con el deseo de servir generosamente a los hermanos.

Y termino con este hermoso pensamiento de N.M.F “SED MUY DE DIOS, BUSCAD EN EL VUESTRO TODO Y NO DUDÉIS LO ENCONTRAREIS.”

Amalia Iturriago, mss