XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Evangelio: Mc 6, 30-34
Al leer este evangelio me vienen a la mente palabras de vida con las que Jesús llamó a los primeros discípulos «venid y los veréis». Las cuales dos mil años más tarde también tocaban mi corazón y me animaban a dejarlo todo y seguirle. Una invitación a ser amados. Pasando de ser ovejas sin Pastor a seguidores de Cristo.
Hoy volvemos a escuchar esas palabras «vengan ustedes…» Con la excepción de que San Marcos no se refiere a ellos como discípulos, por primera vez les llama Apóstoles. Jesús tuvo compasión de ellos, les enseñó, les dedicó tiempo, en otras palabras les amo… De igual manera hoy quiere seguir invitando a otros a experimentar su misericordia.
Los Apóstoles son enviados por Dios para anunciar esta buena nueva, trasmitir lo que Jesús les ha enseñado. Ellos van con muchas ganas pero por el camino se cansan, son tantos los que van y vienen. Los que les rechazan, los que critican, los que no ayudan, los que,… Vemos la realidad de muchos y llegamos a la frustración. Nos gustaría hacer, nos gustaría que eso fuera así, nos gustaría que… y nos cansamos. Pero Jesús nos invita a descansar, a recordar que no es con nuestras fuerzas, que lo importante es que nosotros que hemos elegido seguir al Señor no nos alejemos, que no seamos como esos que van y vienen.
Que sepamos buscar momentos de encuentro con Dios, de desierto para poder escucharle, para no olvidar quién lleva el timón y que nos invita a ser amados. Solo así dejándonos amar podremos amar a los demás de la misma manera, con infinita misericordia.
Fernanda Cereceda, prenovicia mss