XX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Evangelio: Jn 6, 51-58
Al meditar en el mensaje que el Señor nos regala en este día, pienso en la experiencia de sentir hambre o sed físicas, y en la satisfacción cuando se suple esta necesidad.
Así mismo cuando sentimos hambre o sed de Dios y le buscamos incansablemente nuestra vida se siente plena y cobra sentido. Cuando siento que llega la sequedad a mi vida en la oración, le pido al Señor que me de sed de Él, que me dé hambre de Él y siempre encuentro esa respuesta de Jesús, que me alimenta, me acompaña, me fortalece y me guía.
Reflexiono en nuestra Madre Fundadora, donde en todos sus escritos irradiaba ese amor grande a Jesús Eucaristía, esa sed permanente de Él. Sabía y experimentaba que era la ÚNICA FUENTE que le podía saciar. “Mira sólo a Jesús, con El serás muy feliz, otro pan sin saciarte te hará mucho sufrir”.
Comer el Pan vivo bajado del cielo significa vivir al estilo de Jesús, meditar su palabra, aprender de su forma de actuar, de su cercanía para con todos, de forma especial con los más desheredados.
La Eucaristía es el pilar central de nuestra fe, en ella compartimos la mesa y la fe, nos nutrimos de su Palabra, pero también de su Cuerpo y su Sangre, y gracias a ello “Viviremos para siempre”.
Gracias Señor por ser nuestro Pan de vida, por saciarnos y alimentarnos.
Geani Valencia, mss