TESTIMONIO

Cualquier cosa esperaba yo en esta vida, menos cómo empezó este Capítulo con la muerte de madre Justa Olmos; pero así fue y debo decir que debido a eso y mi estrecha relación con ella todos mis sentimientos y emociones estaban en el estómago y en las lágrimas que afloraban a mi cara con cualquier recuerdo suyo.

El mismo día de su muerte fuimos por la noche ya a recoger a los primeros laicos del Mel que llegaban de EEUU… los días sucesivos llegaron de Bolivia y Brasil y, por último, de Colombia, cuya representante se retrasó un día y mi responsabilidad de acompañarla hizo que nuestro comienzo fuera el mismo día 4 de agosto que viajamos a Granada de madrugada y ya había comenzado el II Encuentro de Laicos.

Las vivencias en Granada, en la Casa Madre, con los profesores y hermanos del Mel se fueron fijando en todos y cada uno de nuestros corazones, y en el mío en particular, cuando visitamos el “Sendero de Mª Emilia”.

La palabra para definirlo es más que “emocionante”. Es una materialización de esos sentimientos de los que hablaba al principio. Y al compartir no sólo comida y trabajo, visitas a Granada, oración, adoración, vísperas, laudes y eucaristías con todos los hermanos y religiosas que viven allí, algunas de ellas profesoras mías y de mis hijos, reitero que fueron esos momentos que no supe expresar nada más que con lágrimas.

La presencia de Mª Emilia en la Casa Madre y su respuesta a mi oración no lo puedo olvidar. Llegó, además, en un momento del rezo de vísperas, en la adoración. Se resolvía un problema familiar enquistado durante ocho años. Ocurrió justo en ese momento, cuando ella decía “en la adoración se libran las grandes batallas… “

Otro momento a destacar en Granada fue la elección de nuestra Madre General. Era la primera vez de esta experiencia. Estábamos siguiéndolo en directo por las redes sociales.
La nueva Madre General, Marian Macías; felicitación también en directo con gran alegría y entusiasmo le cantamos el himno del capítulo” Amor sin fronteras”.

En el II Encuentro de laicos MISSAMI hemos trabajado mucho, profesores y representantes del MEL, en los distintos documentos, bases de espiritualidad, folleto para el acompañamiento personal y sobre “La Misión Compartida”.

Finalizamos nuestros días en Granada y nos fuimos a Pamplona. Allí tuvimos un cálido y entrañable recibimiento de las religiosas con la puesta en escena de la canción antes mencionada “Amor sin fronteras”. En ese acto también se le entregó a Marian unos carteles con las frases y pensamientos de la madre fundadora que sabíamos le gustaban.

Los días en Pamplona se alternaron con las salidas a Javier, para la celebración del Envío Misionero, visita y rezo de vísperas en el monasterio de Leyre y finalizaron con una vuelta por la calle Estafeta y el centro de Pamplona.

Seguimos con trabajo intenso que se nos hizo más liviano debido a la buena temperatura y fresquito ambiental.

Con Belén, laica Claretiana, profesora y directora de su colegio y representante de la Titularidad. Trabaja en misión compartida con su congregación…. Con ella nos empapamos de sus vivencias y ella de las nuestras, pues se integró en nuestra vida, comida, rezos además de ser nuestra ponente. Hablamos de retos y estructuras, tomando conciencia de que están en nuestras manos la primera generación de alumnos que oirá a los laicos hablar del CARISMA de las congregaciones.

Disfruté mucho en los rezos de Laudes con la explicación y composición plástica del Logo del Capítulo, en las tardes con las danzas de alabanza en vísperas; en las comidas y celebraciones de cumpleaños de M. Paz, Lourdes Garbizu, Raquel.

La velada de clausura fue genial: todos los países participaron cantando y bailando sus mejores folklores y la vivencia fue festiva de gozo y muy alegre, de la auténtica familia MISSAMI que formamos y desde la que nos sentimos enviados a esa misión sin fronteras que titulaba el Capítulo.

Cierro un círculo de mi vida laboral con la gracia de haber vivido la experiencia del XVIII Capítulo MISSAMI, en el año 2018. Me siento totalmente EN MARCHA, dispuesta a seguir construyendo un mundo mejor, con la absoluta confianza de que nosotros vamos dando pasos, pero es Dios quién hace lo demás.

Soledad Molpeceres (Madrid)