Comentario al XI Domingo Tiempo Común – Domingo de la Santísima Trinidad

Hoy celebramos el misterio de amor, la Solemnidad de la Santísima Trinidad. Delante del Amor de Dios una invitación se me presenta: vivir desde el amor y hacerlo visible desde los pequeños gestos de cada día.

Hoy es día para decir desde el corazón gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

Amén lo que Dios quiera” decía la venerable María Emilia Riquelme. Hoy, quiero pronunciar estas mismas palabras, dejarme inspirar por la vivencia de esta mujer, nuestra Fundadora y decir al Señor lo que Tú quieras, amén… amén. Es que poco a poco voy experimentando que sólo el Amor es el Sentido de la vida, la entrega de cada día desde lo más sencillo e insignificante gana todo sentido en Dios, Fuente de Amor y Amor. Vivir desde y por el Amor es poder ir diciendo, aún sin palabras a Dios mismo, a la Santísima Trinidad.

¡Cada vez que decimos Trinidad sólo una llave posible: el Amor! Es misterio, es don inmenso, el Amor no mide, solamente sabe darse. Darse sin medida, darse sin pasar factura, darse a todos, a todos… sin distinción, a todos por igual.

¿Pero cómo decir al Misterio? ¿Cómo decir la Santísima Trinidad?

¿Acaso puedo decir el sol? ¿Acaso aunque no sepa decirlo, el deja de alumbrar y calentarnos?

¿Cómo decir al Amor? ¿No será que muchas veces me preocupo de la definición de la realidad indecible, y dejo de hacer visible lo que vivo? ¿Será que el Amor necesita grandes definiciones? Poco a poco voy experimentando que es más sencillo amar que ponerme a buscar definiciones rebuscadas sobre el Amor.

¿No me pasará algo parecido con el misterio de la Santísima Trinidad? ¿Qué te parece a ti?

¡Dejémonos tocar y transformar por el Amor! Quizás nuestras vidas puedan decir más del misterio que nos habita…no olvidemos “El Espíritu sopla dónde quiere…” (Jn 3,8)

Isabel Mª, mss