Muy queridos hermanos:

Iniciamos la Cuaresma, que os propongo, me gustaría fuera de la fraternidad, sintiendo de forma nueva que “somos todos hermanos”, que Cristo nos ha hecho parte de esta familia Universal con su muerte y resurrección.

Os quiero proponer algo muy sencillo, que sería intensificar nuestra oración, tal vez no podamos en el tiempo, sí en la calidad, y hacerlo haciéndonos conscientes de la oración del Padrenuestro, la magna Oración, la enseñanza orante de Jesús.

¡¡¡Muchas veces siento que, por el don de nuestro carisma, somos muy privilegiados!!!

¿Cuántas veces al día rezamos el Padrenuestro? Y cuántas veces lo hacemos delante de Jesús en la Eucaristía, con Él, aprendiendo de sus labios a orar… ¿somos conscientes de este regalo?

Como programa para esta Cuaresma, os propongo orar y profundizar el padrenuestro desde nuestra clave eucarística, desmenuzar esta gran oración y hacerla vida, ponerla en práctica, a lo largo de estos cuarenta días, de forma que nos dejemos transformar por ella.

El papa Francisco nos ofreció sus catequesis sobre el Padrenuestro, y en ellas nos dice :

“Jesús, en esta breve oración, nos enseña con siete peticiones a dejar atrás el miedo y a acercarnos a Dios con confianza filial, ¡Padre!.

Nos hace pedir lo esencial, porque la oración no es algo separado de la vida. Jesús no quiere que nuestra oración sea una evasión…”.

Le decimos sin cansarnos: “danos el pan de cada día”, y no dejamos de implorar el don del pan para todos, el pan de la Eucaristía para sus hijos hambrientos.

Le repetimos cada vez que lo rezamos: “hágase tu voluntad”; ahora, en estos momentos, queremos acoger con amor el querer y la permisión de Dios sobre nosotros. Miramos a Jesús en Getsemaní y aprendemos de Él. Mirando a Nuestra Madre Fundadora en su Getsemaní, digamos de nuevo. “AMÉN, ALELUYA”, y preguntémosle a Jesús como ella lo hacía: “¿Tú lo quieres Señor? ¡Yo también!”.

Estoy segura que esta Cuaresma de la Fraternidad nos llevará a hacer concreta esta oración

del Padrenuestro, desde el amor en acto, a los hermanos; en dar y darnos como el pan, dar alegría, una sonrisa, el perdón, la paciencia, y juntos alejarnos del mal y de la desesperanza.

¿Cómo podemos visibilizar esta fraternidad que queremos vivir, y hacerlo con algún gesto

que hable hoy de un Dios Padre/Madre ? ¿Cómo vivirla en familia con vuestros hijos?

¿Cómo experimentar este amor del Padre que nos entrega a su Hijo para salvarnos?

Os deseo una Cuaresma y una Pascua vividas en sencillez desde las familias y las comunidades, pero en profundidad, acogiendo cada día el querer de Dios sobre nosotros y toda nuestra Familia MISSAMI.

Un gran abrazo fraterno, vuestra hermana que os quiere. Marian Macías Rodríguez