“125 años de entrega voluntaria y alegre”. Con este lema se ha vivido este Año Jubilar, que finaliza este 25 de marzo, con la Celebración de los 125 años de Fundación de la Congregación.

Un Año Jubilar marcado por la pandemia Covid-19, ya que justo se abría paso cuando en todo el mundo se empezaba a vivir el avance de un virus que nos llenaba de incertidumbre.

Como lo expresaba el Papa Francisco, el 27 marzo, en la bendición ¨Urbi et Orbi¨, de repente nos encontrábamos todos en la misma barca, frágiles y desorientados, pero llamados a remar juntos, a vivir esta tempestad a la luz de la fe y la esperanza.

Así iniciaba nuestro Año Jubilar, un Año Jubilar de gracia.

De inmediato, todos los sectores de la sociedad tuvieron que ajustarse a esta realidad, y la Congregación no fue ajena a ello. Nos pusimos en marcha adaptando nuestras actividades habituales a este nuevo escenario, viviéndolo como una oportunidad de fortalecernos en el amor de Dios, un Dios vivo y presente.

Un Año Jubilar de gracia, en el cual hemos tenido la oportunidad de vivir en comunión, a través de las posibilidades que los medios digitales nos han ofrecido. Hemos realizado visitas virtuales, encuentros online en los diferentes ámbitos de nuestra vida Congregacional, hemos participado de la Adoración al Santísimo desde diferentes ubicaciones geográficas, hemos asistido a eventos virtuales organizados en todas las Delegaciones, participación que, en otro momento no hubiera sido posible. Así pues, se disolvían las barreras físicas, y aunque la virtualidad no reemplaza la cercanía del contacto físico, nos hemos sentido UNIDOS EN UN SOLO CORAZÓN.

Un Año Jubilar de gracia, que nos ha fortalecido como familia MISSAMI, donde religiosas y laicos hemos sumado esfuerzos para continuar nuestra misión en este nuevo contexto, reinventándonos, aprendiendo, y sobre todo siendo luz para los demás, a través de nuestro testimonio de amor a Jesús Sacramentado y a la Virgen María.

Un Año Jubilar de gracia, en el que hemos vivido en nuestra piel las consecuencias de esta pandemia, donde religiosas, laicos, sacerdotes y allegados a la familia MISSAMI, se han visto afectados por la Covid-19, pero por la gracia de Dios y la intercesión de la Virgen María y la Beata María Emilia Riquelme, se ha ido superando. Momentos difíciles que nos han permitido vivir en fraternidad, apoyándonos unos a otros como una gran familia, la familia MISSAMI.

Un Año Jubilar de gracia, en el que celebramos el 1er Aniversario de la Beatificación de Nuestra Fundadora, una mujer valiente, humilde, alegre, que no quiere ser Santa sola, y nos invita constantemente a seguir el camino hacia la Santidad.   

Un Año Jubilar de gracia, en el cual continuamos trabajando sin parar en la obra que inició nuestra Fundadora hace más de 125 años, pero que se sellaba oficialmente aquel 25 de marzo de 1896, en la Casa Madre de Granada. Día en el cual daba su sí incondicional, un sí de entrega plena a Dios, junto a la Virgen María. Día en el que ya con la obra en marcha, María Emilia nos regalaba estas palabras, para decirnos cómo fue posible llegar hasta ese momento: “Pude seguir el impulso divino que me apremiaba, despreciando el mundo, el humano respeto, y perdiendo mi pobre nada en Dios, que fue siempre mi Todo”. Palabras que nos invitan a seguir caminando con la certeza de que Dios es nuestro Todo y en Él todo es posible.

Damos gracias a Dios por este Año Jubilar, un año diferente, un año de gracia, un año de oportunidades.

Damos gracias a Dios por estos 125 años, por la entrega voluntaria y alegre de nuestra Fundadora, y por la invitación que ha hecho a las Misioneras y a todos los miembros de la familia MISSAMI, de hacer vida el Carisma Eucarístico, Mariano y Misionero que sustenta nuestra Congregación.

 

Constanza Montoya Becerra

Delegada General de Comunicación MISSAMI