UNA MISIÓN PERMANENTE EN GAITANIA TOLIMA

UNA CATEQUESIS QUE NO TIENE LÍMITES: Subiendo y bajando montañas, a pie, a caballo, en was, en moto, con lluvia, pantano, sol, o sin él, por ríos, y quebradas, no importa. “Lleva a Jesús muchos corazones” es el deseo de Nuestra Madre fundadora.

«UN RECURSO PARA IR DONDE LA SELVA ESCONDE MUCHOS CORAZONES LLENOS DE ESPERANZA»

LA HACIENDA UNA VEREDA DE GAITANIA PARA IR DE MADRUGADA Y REGRESAR EN LA NOCHE. “Sube monte arriba, aunque tus pies manen sangre” dice nuestra Madre Fundadora.

Una tarde de regreso, en aquel lugar donde la selva impone, cuando ya se iba haciendo tarde, y la danta, los monos y por qué no el tigrillo salen a buscar su comida, llega puntualmente el was,(vehículo) ya cansado de cargar el café, el fríjol, y a los pasajeros encima de los bultos; este otro viaje más liviano con tres hombres y una mujer se disponen a emprender el viaje de regreso, bajando de una leve  montaña riega por el camino sus tornillos, ejes, e imitando a un caballo galopando nos baja a un plancito donde un pasajero le dice al conductor que pare, a recoger lo que el vehículo iba dejando en el camino, ya que él ni se había enterado. 

Lo recogen sorprendidos y dice el conductor al dueño que también se transportaba ahí, necesito un lazo para amarrar unas latas que iban colgando, y dice no es necesario, este carro tiene mucha fuerza, y emprende el viaje arrastrando estruendosamente lo que se había soltado.  Le digo y ¿qué va a pasar al meterse en la quebrada y la pendiente que le sigue?, no pasa nada, el carro tiene mucha fuerza, al llegar allí, se mete a la quebrada y coge fuerza para subir  pero nada, se devuelve metiéndose nuevamente en el agua, intentando por varias veces dice : que dos de los muchachos se suban en la trompa del carro para poder subir y así lo hicieron, se subieron a la trompa del carro, a mi no me dejaron bajar del vehículo, logró subir la cuesta y llegar a la otra vereda San Miguel, les dije quedémonos aquí, nos faltan dos horas para llegar a Gaitania y el carro va sin luces y arrastrando los hierros, me contestan dónde está la fe? Yo siempre me encomiendo al Señor y nada me ha pasado, cuando iba para la Hacienda traía este carrito con más de 20 bultos de café más los pasajeros dentro y por fuera, y nada pasó. Le respondí claro, El Señor nos ayuda, pero también cuenta con nuestra prudencia. No quiso parar ya eran las 7:00 de la noche y después de una hora de camino oliendo a quemado y arrastrando por debajo algo que hacía mucho ruido les dije huele a quemado, y dicen no es nada, sigue el camino y a los cinco minutos el carro no quiere seguir, dice el conductor hasta aquí llegamos, era una noche sumamente oscura que ni nos veíamos los que estábamos ahí, yo venía sola como mujer, el motor estaba bañado en aceite.

Empieza a llover. Llaman algunos conductores para que fueran a recogernos, pero no respondían, llamo a la religiosa que estaba en la casa para que nos enviara un carro y no fue posible, dice el conductor y el dueño del carro vamos caminando, el camino no se veía, sólo la luz de un débil celular nos acompañaba en los huecos pantanosos, que con miedo a las culebras y a los perros que salían de las fincas aligeraban nuestros pasos. Por fin después de un largo caminar llegó un carro que nos llevó al destino deseado pues mi estómago andaba muy mal por una comida que en la Hacienda con cariño me brindaron. No puedo olvidar esta noche de malestar en una noche oscura, sin estrellas y sin luna.

En este mismo trayecto otro día maravilloso, ya cuando la luz del sol se había ido, y con mi costumbre de ir acompañada con el rezo del santo Rosario de ida y de regreso, me quise pasar al puesto de delante, al llegar a San Miguel; también con tres pasajeros en el puesto de atrás y yo sola como mujer en el puesto de delante, al quedar desocupado, este puesto donde los brincos de los huecos eran más llevaderos, noté que el rosario ya no estaba en mis manos, lo busqué por todas partes y sin encontrarlo me dice el conductor, de pronto está en el puesto de atrás cuando lleguemos a Gaitania miramos, dije para mí, seguiré rezando contando con los dedos, cuando de repente una voz femenina por la ventana del carro me dice: el rosario está en la banca, inmediatamente mi mano izquierda, como si alguien la impulsara con fuerza hacia el asiento donde estaba sentada aparece el rosario que con esmero ahí también lo había buscado, esa voz tierna y delicada quedó resonando en mis oídos como una letanía que me invita a no dejar de meditar el ave María.

En varias ocasiones, con lluvia, pantano y selva, este vehículo ha sido la mejor forma de transporte, cuando es preciso llegar al lugar donde niños y jóvenes esperan con ansias el momento de conocer más a Jesús y de prepararse para recibir los sacramentos. Dice una niña de 11 años: “Hermanita el que se confirma debe conocer la fe, vivirla y darla a conocer, entonces, hermanita, ¿yo puedo ser catequista? ¿Todas las que nos estamos preparando podemos serlo? Claro, dice la catequista.  Bueno ya puedo empezar con mis primitos. Y ¿Qué nombre le ponemos? Entre varios sugeridos escogieron “El grupo de los amigos de Jesús”.

 

Hna. María Consuelo Palacio 

Misionera del Santísimo Sacramento y María Inmaculada

Gaitana – Colombia, Octubre 2021