I DOMINGO DE ADVIENTO
Evangelio: Mt 24, 37-44
Tanto Jesús como San Pablo nos invitan a estar preparados porque no sabemos ni el día ni la hora en que vendrá el ladrón a quitarnos lo más preciado que tenemos, que es la Esperanza, que se acerca nuestra liberación.
Tiempo en el que a pesar de todo lo que estamos viviendo los cristianos nada ni nadie puede robarnos nuestra Esperanza, nuestra Redención que es Cristo.
Hermanos es hora de velar y no dormir. No podemos dejarnos vencer por el sueño que en ocasiones nos provoca indiferencia ante el sufrimiento, quizás en este adviento podemos estar en vela con aquellos que están a nuestro lado, podemos cuestionarnos y practicar este pequeño ejercicio:
¿Estoy en vela cuando regalo 5 minutos de escucha?
¿Estoy en vela cuando regalo 5 minutos de compañía a mi hermano enfermo y triste?
¿Estoy en vela cuando defiendo y denuncio aquello que va en contra de mis valores?
¿Estoy en vela cuando ofrezco mi ayuda a quien me necesita?
Y así podemos continuar nuestra lista para este adviento donde la esperanza no resuene en nuestro corazón como una palabra hueca y vacía. Ojalá que cuando Jesús llegue a nuestro corazón no nos encuentre dormidos, sino despiertos y amando en todo momento…
Como dice nuestra hermana Mapi en una de sus canciones: “Ojalá y el tiempo no pase si no es por encima de mí, yo quisiera saber caminar paso a paso, serena con el hacia ti, saber ir poco a poco llenando mi alforja de aquello que enseña el vivir, aprendiendo a soltarme la mano para saber elegir”.
Yolanda Berenise Ramírez, mss
“SI EL VIENTO DEL ADVIENTO
TE ESTÁ SOPLANDO POR DENTRO,
FELICIDADES,
TÚ TAMBIÉN ESTÁS
RESFRIADO POR DIOS»