Del santo Evangelio según san Lucas 6, 27-38


Por el contrario amén a sus enemigos pero recordando que primero debemos dejarnos amar por Dios.
Llama la atención escuchar a Jesús hablando de pecadores como si nosotros no fuésemos pecadores, habla de los otros. No hace juicio, no dice: “tú no estás amando”, no condena, es delicado, cercano e invita con amor, a vivir una nueva vida, su vida.
No es con nuestras fuerzas, debemos reconocer que somos débiles y frágiles, que seguir esta invitación solo es posible si nos dejamos amar por Dios y pedimos su gracia.
Experimentar la misericordia de Dios, su infinito amor por nosotros, es algo totalmente desproporcional, somos pobres, sí, pero para Dios no hay nada imposible.
Solo contemplando su amor y dejándole habitar en nosotros podremos amar a los demás, porque no seremos nosotros sino Cristo quien sale al encuentro del otro.
También es bueno no olvidar que cuando nos cueste amar, estamos llamados a orar por los demás, por decir: “bendícelos y conviérteme”.
Que en este día podamos dejarnos amar por Dios y estemos atentos a su sorpresa, a descubrirle en cada hermano y hermana. Que hoy nos podamos preguntar ¿Dónde tengo la mirada? ¿Recuerdo de dónde he sido rescatado/a? ¿Dónde está la fuente de mi alegría? ¿Reconozco que la gracia no me pertenece, que viene de Dios?

María Fernanda Cereceda García, Prenovicia