II Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia
¡Cuánto nos amas, Señor!
Tanto, tanto que eres capaz de perdonar nuestra falta de fe, nuestra incredulidad ante Tu misericordia.
Muchas veces somos Tomás. En nuestro mundo todo es visual, ver para creer, para sentir, y eso nos hace necesitar encontrarnos contigo cara a cara y tocar tus heridas.
Y en ese encuentro llega La Paz, esa paz que solo Tú eres capaz de dar y que nos hace sentirnos amados y seguros.
Ábrenos , Señor, los ojos para que te descubramos sin tener que verte, y seamos portadores del mensaje de Paz que envías día a día a todas las partes del mundo.
María Guerrero Sánchez. MEL GRANADA